EDITORIAL
LA INSEGUTIDAD CIUDADANA, UN PROBLEMA COMÚN
Las
autoridades nacionales consideran que el alcohol es el único causante de la
inseguridad ciudadana, que sólo los consumidores de este cometen atracos y
delitos, que sólo bajo la influencia del alcohol se roba, asalta y mata. Los
esfuerzos legislativos se han dirigido en el curso de los últimos días a
penalizar la bebida como si fuera el factor exclusivo que desencadena la
violencia. Sin embargo, se debe considerar que el consumo de alcohol no es el
único autor de la
inseguridad, sino que es uno de los
múltiples factores que descienden en hechos criminales y delictivos.
Son
muchas las circunstancias que alteran el orden público y ponen en peligro la
tranquilidad de la población, que en la mayoría de los casos no tiene relación
directa con grupos que impiden el desarrollo de actividades que son parte del
quehacer diario de mucha gente que inclusive vive de su trabajo en las calles,
en puestos de venta, en comercio variado, en servicios de transporte y que por
reacciones sectarias de reducidos grupos, se ven perjudicadas sus normales
actividades, sin que nadie le ponga remedio a tan confuso proceso, casi
institucionalizado en nuestras ciudades.
Un
estudio revela que las ciudades con mayor índice delictivo son Cochabamba,
donde el 55,4% de los encuestados fue víctima de alguna forma de delito y El
Alto (48,5%), seguidas por Santa Cruz (38,7%) y La Paz (37,8%), lo que en
cierta manera echa por tierra la extendida creencia de que la capital cruceña
es la más insegura del país. Por su porte, respecto a las percepciones sobre la
inseguridad y la delincuencia, se descubrió que estos temas ocupan el primer
lugar en la preocupación de las personas (44%). Los conflictos sociales, el
desempleo, la pobreza y la desigualdad social se ubican, en ese orden, por
detrás. Sin embargo, el dato más importante y preocupante, es que la gente
denuncia únicamente 15 de cada 100 robos; el menor porcentaje de denuncia se presenta
en El Alto, con sólo 11%, y el mayor en Santa Cruz, con el 17%. Las principales
razones para no denunciar son: que las autoridades no harían nada (36% de los
casos) y la desconfianza en la Policía Boliviana (27%).
Es
una demanda ciudadana incuestionable y de urgente necesidad pública el empezar
a comprender las complejas y polifacéticas caras de la difícil coyuntura de
inseguridad que vive el país. Los hechos acaecidos en los últimos tiempos son
una muestra de los dramáticos extremos a los que puede llegar un problema tan
sensible para la ciudadanía como es la inseguridad ciudadana, tomando como
ejemplo el asesinato reciente del periodista
Eugenio Aduviri, quien fue encontrado muerto la madrugada del pasado domingo 13 de mayo, tras ser expulsado del vehículo donde
se transportaba a la casa de su hermano; donde minutos antes fue estrangulado
por un grupo de delincuentes que se hallaban en la misma movilidad.
Frente
a estos problemas, que tienen origen en situaciones de injusticia social y que
se agrandan por incomprensiones entre las partes, la ciudadanía analiza cada
caso y por solidaria condición humana brinda apoyo a quienes llevan la peor
parte, cuando no reciben salarios justos o no se atienden sus demandas para
mejorar servicios, como en los últimos casos de los médicos, o la situación de
los asalariados del país en general, el caso de los hermanos originarios del Tipnis
que realizan otra marcha esforzada y hasta peligrosa para la salud de sus
protagonistas… en fin son varios otros problemas que persisten por falta de
oportuna atención y se complican en la medida que la burocracia estatal difiere
su consideración y solución.
Otro
fundamento para la preservación del orden público debe apuntar a los
reincidentes. Éstos no deben recuperar fácilmente su libertad, sino que deben
ser sometidos a un riguroso programa de reeducación. Eso exige recursos y
dedicación de parte del Estado, pero no es posible que los reos se gradúen como
peores delincuentes después de pasar por un reclusorio. Eso es inaceptable y
causa una mayor carga para el mismo Estado.
Estamos
frente a una situación que amerita urgentes medidas que alivien los males de la
cotidianidad y reduzcan al mínimo las acciones violentas que por lo menos hasta
el presente alteran los derechos ciudadanos y ponen en riesgo la seguridad de
ciudadanos, adultos, pero también de jóvenes y niños que están en riesgo de
aparecer en cualquier calle en medio de una trifulca social que por sus nuevas
características se convierte en una bomba de tiempo.
El
consumo del alcohol, así como las películas de violencia u otros elementos
resultan accesorios ante este panorama. Demuestra que no se debe tomar al todo
por uno de sus factores. Sólo después de afrontar los principales factores que
inciden en la inseguridad ciudadana, se podrá atacar las cuestiones formales y
que tienden a dar forma, como el consumo del alcohol, que está asociado a otros
elementos. No se debe incurrir en el facilismo de creer que al proscribir el
alcohol se suprimirá la delincuencia.
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